Cuando pensábamos que el mundo del periodismo había tocado fondo después de la continua pérdida de puestos de trabajo, el anuncio del cierre de la RTVV ha caído como un jarro de agua fría. Pese a la situación crítica que vivía este ente público, sumido en una sangrante deuda y después de un ERE cuestionado, este anuncio ha supuesto un duro golpe en el ámbito periodístico y audiovisual.
Resulta muy triste que dos medios de comunicación como la radio y la televisión autonómicas de la Comunidad Valenciana, que nacieron con una vocación de servicio público en una región con una cultura y lengua propias, vaya a terminar de esta manera. Estos días hemos visto numerosas manifestaciones de apoyo a los trabajadores y a los defensores de la pluralidad informativa.
Al margen de comentarios y denuncias que apelan al indeseado servilismo político, estos días estamos viviendo episodios de defensa de la labor de los medios de comunicación y la importancia de que exista una pluralidad informativa, y que los profesionales puedan ejercer el periodismo sirviendo al ciudadano.
Este último episodio es un suma y sigue de un goteo incesante de pérdida de puestos de trabajo de profesionales en un sector que, paradójicamente, los ciudadanos necesitan más que nunca. La pregunta es ¿y ahora qué? La Comunidad Valenciana queda huérfana de dos medios de referencia formados por profesionales experimentados. El también decadente sector privado difícilmente podrá absorber a estos profesionales que, una vez más, tendrán que sacar su espíritu de lucha para sobreponerse a esta nueva situación.