Dos años después, ¿la primavera árabe se marchita? ¿o se rectifica lo que se intentó y no salió cómo se esperaba? El golpe de estado en Egipto da para pensar y mucho en la inestabilidad de aquellos países que iniciaron un proceso de democracia que, de momento, parece lejos de asentarse si es que alguna vez llegó. Egipto, con Túnez, Libia y Yemen se libraron de sus dictadores y Siria y Bahréin siguen inmersos en un conflicto que dura ya demasiado tiempo. En Libia fuimos testigos de un conflicto agónico y lo vimos con nuestros propios ojos gracias a, entre otros, uno de los premios Pulitzer de este año, el fotoperiodista Manu Brabo. En Siria seguimos siendo testigos de una espiral violenta que no acaba y ahora se abre un periodo de cambios e incertidumbre en Egipto. El ejército intenta poner coto al avance y el poder de los Hermanos Musulmanes y el conflicto parece que no ha hecho sino continuar y rescribirse. La caída de Mursi complace y preocupa a la vez y es que, de momento, Egipto sigue sumido en el caos. Veremos cómo evolucionan las próximas semanas, aunque presumiblemente la inestabilidad y las tensiones seguirán siendo durante bastante tiempo la tónica dominante.
(imagen vía Washington Post)